Como latas de cervezas vacías y colillas
de cigarrillos apagados, han sido mis días
como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida...


Ernesto Cardenal

jueves, 11 de octubre de 2007

Invierno en la ciudad

Invierno en la ciudad, entre cuatro paredes amarillas, suelen ser tan lentos los días, tan difíciles las tardes, invierno en esta ciudad, gris, a veces roja, un invierno solitario, de pasos perdidos, con un corazón roto viendo una película romántica sin final, invierno en la ciudad, con un papel y un lapicero sobre una mesa de una silla, con un cigarrillo prendido consumiéndose lentamente, con las noches de una sola estrella, con un acertijo sin respuesta como vida, invierno en la ciudad, nadie ha regresado, a echarse sobre esta cama, a llorar sobre este olvidado, invierno, tres meses que nunca se han marchado de este cuarto, volviendo al silencio de sus razones, al estado basal de una juventud sin sorpresas, invierno en la ciudad, veo por esta ventana polvorosa su sombra pasar, ella me ve, no ha sido nada, tan solo la niebla que se disfraza de mujer herida, invierno en la ciudad, los autos pasan, la lluvia cae, el silencio invade cada rincón de este conglomerado de carne y huesos, con un alma sin rumbo, con una mano para arrancar la otra mano, con una boca que se olvidó de besar, un cuarto, una mesa, una silla, todo lo que tengo mas estos pensamientos vacíos, unos ojos que no distinguen más allá de su propio miedo, con la mirada vertical, invierno en la ciudad, es tan cruel la indiferencia, su cielo, su canto, su voz intermitente, es mejor estar solo con este invierno, sin tu cuerpo para estos lapsus, invierno en la ciudad y nadie se ha dado cuenta que sigo acá, esperando las cartas sin escribir, gritando en el cuarto de un hotel sin tu presencia en la esquina de mis brazos, (el grito rompe todo, rompe mis oídos, mis recuerdos, lo que aun puedo llamar corazón ,lo invade todo, es el ruido más sórdido que he oído, y nadie responde…) invierno en la ciudad, qué ha quedado sobre mis papeles sin letras, sobre mis libros sin leer en este infierno tan frío y despiadado, nada más que este invierno sin respuestas, plagado de promesas, de pronto volveré aunque sea para llorar, soy un ser efímero y simple que trató de amar bajo un invierno antiguo, un invierno de la misma edad de mis párpados, que vivió de préstamo la felicidad, una felicidad con rostro de medusa, con labios de sal, invierno en la ciudad digo en voz muy baja, como para no oírme (hace mucho que nadie oye mi voz), y volteo la mirada por una corazonada tonta y estás allá, sobre sus aguas, sobre la miseria de su amor, no me vez, te marchas lentamente a otra ciudad sin inviernos, a otra ciudad sin corazones rotos que desenterrar, te entiendo, de nada te sirve un loco sin tema, un cuarto, una mesa de una silla, una cama sin tender, donde solo han quedado tristezas como letras de cambio, donde solamente he quedado yo como mirada al pasado de lo que pudo ser algo de sol, invierno en la ciudad, un parque vacío, una casa sin puertas, la música de un ascensor.