Como latas de cervezas vacías y colillas
de cigarrillos apagados, han sido mis días
como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida...


Ernesto Cardenal

martes, 16 de octubre de 2007

Ella dormía

Ella continuaba desnuda sobre la cama. El cuarto tenía impregnado su aroma en cada rincón. La veía desde un punto lejano, como si yo no existiese en ese espacio de tiempo. Ella dormía, con una sonrisa a medio dibujar en ese rostro de ninfa urbana. Me acerqué temeroso, con sal en los labios, con el corazón congestionado pero ella no estaba en ese cuerpo. Le acaricié los cabellos con cuidado para no despertarla. El otoño se fue en cada paso que di hasta la cama. Su respiración rompía el silencio por breves momentos. Me acerqué a la ventana, vi la calle vacía, sentí al viento frío que no se atrevía a entrar y rozar su piel. Ella estaba allí, donde tantas veces la necesité cuando la desolación desbordaba de mi manos. El cuarto estaba oscuro, ella abarcaba todo sólo que ahora dormía y su presencia silenciaba a mis demonios. Volví la mirada y sus ojos me apresaron dentro de sus córneas. Ven a mi lado. Di dos pasos y tuve miedo que todo sea tan solo una mentira encerrada dentro de un sueño. Ven, te necesito. Me detuve a dos metros de ella, me tocó el brazo y tuve la seguridad que esta vez todo era real.

No hay comentarios: